domingo, 30 de diciembre de 2007

Disfemia o tartamudez

Aparece normalmente en los primeros años de vida cuando el niño empieza a desarrollar el lenguaje. Por eso es importante atajar el problema en sus primeros momentos visitando un logopeda para que éste aconseje a los padres cuál es el mejor tratamiento para su caso concreto.

No hay que alarmarse si el niño de forma puntual y existiendo una causa justificada de repente habla peor o deja de hablar en algunas ocasiones, esto puede deberse a un problema de celos, de nervios por un cambio importante en la vida del niño o en la familia, etc. Si se trata de algo así pasará sin más, el niño volverá a expresarse sin dificultad en poco tiempo.

Sí hay que estar más atento cuando el problema se hace más intenso en calidad y en tiempo, por ejemplo, cuando el niño tiene de uno a dos años y observamos que no responde a nuestras preguntas con respuestas cortas o no es capaz de reconocer objetos sencillos y pedirlos con señales. Cuando es algo mayor podemos darnos cuenta que existe un problema real cuando teniendo edad de pronunciar claramente algunas palabras sencillas, no lo hace o bien se expresa con dificultad de manera que no se entiende lo que dice.

Cuando el niño crece es más identificable el problema ya que tiene un lenguaje más o menos fluido y observaremos cómo al hablar repite de forma muy rápida varias veces una sílaba de una palabra que quiere pronunciar, alarga el sonido de las vocales más de lo normal o incluso tiene dificultades a la hora de pronunciar algunas consonantes.

¿Cuál es la causa de esta disfunción en el habla? Los especialistas que han estudiado el tema creen que la tartamudez se debe a la alteración de un gen, de manera que se tendrá más o menos disposición a sufrirla si existen antecedentes familiares.

También podría deberse a algún tipo de anomalía a nivel cerebral, ya que se ha demostrado mediante pruebas en personas que sufren este trastorno, que algunas zonas de este órgano muestran alteraciones mientras el niño intenta expresarse.

Lo que los logopedas recomiendan es no esperar demasiado tiempo para acudir a un especialista, puesto que debe corregirse en la primera etapa del desarrollo del niño y ésta acaba a los seis años. Y sobre todo, darle la justa importancia al problema, sin enfadarse con el niño ni atosigarle para que pronuncie bien, ello no conduciría a nada positivo, al contrario, podría crearle un estrés o ansiedad que en nada favorece su curación.

Si el tratamiento es posterior a esta edad, es de difícil solución, aunque existen casos en que con el tiempo puede solventarse por sí solo.

Fuente: mujeractual.com

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